Eres tú quien está leyendo esta frase ahora mismo. Es tu voz la que suena en tu cabeza mientras dudas en si vale la pena seguir leyendo estas palabras que no parecen decir nada. Pero sientes curiosidad por saber si te llevará a alguna parte, a otro lugar en el que no hayas estado nunca o quizá ya no recuerdes. En definitiva, a no perder el tiempo. Levanta la mirada y observa a tu alrededor. No, de verdad, hazlo. Bien, ahora que te has dado cuenta de que has obedecido a unas letras que brillan en tu pantalla ya estás preparad@ para seguir leyendo...

martes, 5 de abril de 2011

Cap. 6: Una mujer entre un millón

 
      
     Se pegó a la espalda de la anciana que le precedía e imitó el paso con el mismo pie. Como en una coreografía ensayada durante años, ambos cruzaron por delante de la máquina sin que ésta sospechara el engaño. Metro y medio después del ritual desacompasaron sus andares y bajó la escalera hasta perderse en el desorganizado grupo de personas que esperaban detrás de la línea amarilla. Miró el cartel con luces rojas y esperó ocho minutos hasta subirse en un vagón lleno de calor humano que le llevaría a la periferia sureste de la ciudad. Al salir al aire libre, ya con la certeza de que no iba a encontrarse a ningún interventor, salió del vagón con una idea, como no podía ser de otra manera, estrafalaria.

     José María vivía en un viejo piso de una zona marginal. Una de las que el alcalde nunca visitaba ni siquiera cuando hacía un día espléndido e iba acompañado por policías de paisano que en su interior no estaban completamente seguros de lo que harían en el caso de que tuvieran que arriesgar su vida por salvar la de aquella detestable persona de forzada sonrisa. Pero el barrio no estaba desprovisto de atractivo ya que contaba con una rica tradición agrícola, ancestrales danzas y música popular y un saludable estricto sentido de la ley y la justicia. En efecto, en algunos de sus bajos se cultivaba gran parte de la marihuana que consumía el resto del municipio, los hombres desesperados por un polvo rápido revoloteaban junto a las profesionales de la carne humana, las sirenas de la policía y los bomberos animaban las noches de adolescente y pandillera jarana, y los agentes de la ley y los camellos seguían jugando la eterna partida del gato y el ratón con toda la tranquilidad de saber que el tablero de juego que comprendían ésas seis manzanas no se extendería a otra zona de la ciudad en una muy profiláctica medida a favor de la salud pública.

     Él no conocía a muchas mujeres. Y menos actrices. Y José María ni siquiera conocía la forma en la que no sufrir sudores fríos cuando estaba ante alguna fémina. Pero en  aquella pedanía podría tratar de convencer a alguna mujer para que participara en su película. Al fin y al cabo, ¿qué es una prostituta sino una actriz del amor? Y le pillaba de camino al piso de su socio. Fantaseó brevemente con la idea de hacer un cásting, pero desechó tal posibilidad porque pondría en peligro todo el plan. Y el plan era toda su vida. Llegó al final de una calle mal asfaltada en la que nadie se adentraba sin saber adónde se dirigía y escudriñó todas las posibilidades. Escogió a la que le pareció más apta, mejor formada y de movimientos más gráciles y se encaminó hasta ella tejiendo un discurso. Ya delante, vio que era tan alta como él y eso que él era alto. Llevaba un vestido de noche rojo de tirantes cuyo tejido arrugado no ocultaba su excesivo uso. Una chaqueta de falso cuero negra cubría sus hombros pero estaba estratégicamente abierta para mostrar un generoso escote. Era de noche, pero llevaba unas grandes gafas de un degradado marrón. Tenía clase. Toda la clase que se podía permitir. Se detuvo delante de ella, reprimió un primer impulso de preguntar la hora y dar media vuelta, e improvisó una conversación de negocios.

- Buenas noches.
- Buenas noches, guapo –mintió ella.
- Ante todo, quisiera decirte que eres la profesional más bella de toda la calle. Desde que te he visto ya no he podido quitarte la vista de encima.
- Gracias, ¿dónde has aparcado?
- No tengo el coche aquí, he venido andando –explicó con una mueca de sonrisa fallida-, pero no te preocupes porque no nos va a hacer falta. En esta noche tan especial, como otra cualquiera, soy yo el que viene a hacerte una oferta…
- ¿Una oferta que no podré rechazar?
- ¿Hay alguien que no haya visto El Padrino? Bueno, el caso es que recientemente he entrado en el negocio del entretenimiento. Concretamente en el de la industria del cine y me preguntaba si alguna vez has considerado formar parte de él –preguntó de forma tan abierta que era difícil no encontrar una respuesta positiva.
- Sí, claro. ¡Siempre he soñado con ser una chica Almodóvar! –dijo entre risas.
- Pues eso no te lo puedo prometer, pero si tú quieres puedo ofrecerte tu primer papel una película.
- Un tipo sin coche que hace películas, ¡qué raro! No me parece muy normal. ¿Cómo sé que no me estás dando gato por liebre?
- Verás, nuestra película es una producción modesta, esto es el cine español nada de Hollywood, pero tendrías el papel protagonista, una femme fatal. Buscamos a alguien natural, auténtica, y que no tenga miedo a mostrar el lado más vulnerable del alma humana. Las agencias de actores están llenas de jovencitas con coletas o viejas desdentadas, pero las mujeres bellas, valientes y sacrificadas, profesionalmente hablando, como tú, escasean.
- ¿Y de qué va la película?
- Es un thriller político. Una trama sobre el poder, el sexo, las drogas y la corrupción política en una ciudad como ésta en la que cuatro prebostes mueven los hilos en los que bailan millones de personas anónimas. Es como una película de Bigas Luna, pero sin el sexo gratuito, aquí estaría justificado. Tiene la intriga de una de Amenábar o Guy Ritchie pero a la española, Se llama: ‘Senderos de escoria’ –anunció estirando los brazos imitando el gesto empleado en las películas de hace décadas para decir ‘Tu nombre estará escrito en luces de neón’.

     La profesional se quedó muda. No sabía cómo responder a una propuesta tan improbable. Ni siquiera estaba segura de que fuera una oferta real. Por lo que le decía su instinto aquel tipo podía ser un perturbado, una broma con cámara oculta o simplemente un barbudo gafapasta que decía la verdad. Viendo que el silencio se prolongaba, y aquello no era un mal síntoma ya que al menos no le había rechazado de plano, sacó una libretilla amarilla del bolsillo derecho de su roída gabardina y tras pedirle un lápiz, anotó en una hoja la dirección y teléfono de José María, la arrancó y se la dio a la prostituta.

- Voy a estar con mi socio en el proyecto en esta dirección las próximas dos horas. Si te interesa saber más sobre nuestra película puedes pasarte libremente cuando quieras.
- Tal vez lo haga.
- No dudes en hacerlo –respondió mientras comenzaba a marcharse pensando en que las negociaciones no había ido nada mal.
   
     Parecía intrigada y en aquella oscura y fría calle no se veía mucho movimiento de potencial clientela así que tal vez ella deseara buscar otra salida profesional más prometedora. Volvió sobre sus pasos para salir de aquella calle y dirigirse cuatro manzanas al sur hasta la casa de José María cuando oyó desde la otra acera: “Oye gafitas, que si el Paco no te ha gustado quizá busques consuelo con una mujer de verdad”. “¿Quién es Paco?”, preguntó él sospechando que no le iba a encantar la respuesta. La mujer parcialmente desdentada del otro lado de la calle gritó: “El travelo aquel con el que has estado hablando, cariño”.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Jota
La historia no esta mal pero lefalta sexo. El transexual podría resolver el problema, ¿no crees?

Publicar un comentario